La traducción jurídica desempeña un papel muy significativo en lo que a romper barreras lingüísticas se refiere. Algunos ejemplos de documentos legales incluyen sentencias, poderes notariales o escrituras públicas. Y, en estos casos, los servicios de traducción legal de calidad son vitales, pues no hay margen para errores ni malentendidos.

Dejando en manos de profesionales la traducción de documentos jurídicos, se garantiza un resultado conciso y sin errores. Un traductor jurídico está muy versado en la terminología específica y familiarizado con el sistema legal tanto, del país de origen como del de destino. Además, entienden por completo la jerga legal y son conscientes de los matices necesarios para cada país de destino.

Si se opta por pasar textos jurídicos por herramientas de traducción automática, se corre el riesgo de exponerse a muchos errores de gran impacto en la validez del documento en cuestión.

Mientras que los traductores profesionales tienen experiencia en el sector jurídico, las máquinas no son capaces de captar los matices. Muchas veces, acaban reproduciendo mecánicamente la información sin reflejar un conocimiento más allá del significado literal. Esto es perfectamente válido para un uso diario e informal de la lengua, como cuando pedimos indicaciones por la calle. No obstante, es preferible prescindir de estos sistemas cuando se trata de abordar las complejidades de un documento jurídico.

Un caso real

El año pasado, en un tribunal estadounidense, se celebró un juicio de un caso en el que se había recurrido a Google Translate para obtener el consentimiento de una persona para registrar su vehículo. La herramienta de traducción no supo traducir con exactitud la simple pregunta “Can I search the car?” (lo que equivale a “¿puedo registrar el coche?”). En lugar de ello, tradujo literalmente “¿Puedo buscar el auto?”, lo cual sería “Can I find the car?”. El tribunal declaró que Google Translate había proporcionado interpretaciones sin sentido en las numerosas ocasiones en que el agente de policía lo había utilizado. Por tanto, se dictaminó que Google Translate no se podría utilizar para obtener el consentimiento de una persona en casos como este.

Con esto en mente, está claro que Google Translate no cumple la funcionalidad de interpretar significados. Cuando se trata de completar una traducción jurídica, muchas de las cuales se presentarán ante juzgados y otras autoridades, la herramienta no representa una solución fiable.

Conclusión

Muchos textos legales consisten en una red de jerga jurídica, frases largas e información vital. Por tanto, los textos traducidos por máquinas se quedan cortos, muchas veces carecen de sentido y llevan a confusión.

Este no es el caso de los textos que pasan por manos de traductores profesionales cualificados en la materia. Un traductor jurídico se asegurará siempre de emplear la terminología correcta dependiendo del idioma de destino. Será también capaz de dar sentido y forma a oraciones largas enmarcadas en una estructura coherente. Pero lo más relevante de todo es que los traductores jurídicos entienden la importancia que implica la correcta traducción de esta tipología de documentos y se esfuerzan en proporcionar un resultado fidedigno.

 

Imagen de cabecera: Giammarco Boscaro para Unsplash